viernes, 29 de agosto de 2014

NOCHE POR SORPRESA EN EL VILLAROSA

Lo de noche por sorpresa en Villa Rosa, no es ni más ni menos, que no sabía que artistas había, y menos que estaba Marcos Flores como artista invitado.
A pesar de que me quedé sin batería en el móvil, para hacer algunas fotos, que tampoco es que importe mucho porque yo no soy muy bueno haciéndolas, pero siempre sirven como de recuerdo o complemento de lo que aquí escribo.
El cuadro estupendo, Marcos Flores, como bailaor invitado, José Jurado y Tamar González en el baile, David Vázquez en el cante y la guitarra de Antonia Jiménez.
La noche abre por siguiriyas dramática, con poca luz, en sombras, la guitarra de Antonia y la voz rota y con quejido de David, rompía el silencio de una sala expectante que querían saber que pasaría.
Van subiendo uno por uno los bailaores, primero Marcos Flores, dándole paso a Tamar González y esta a su vez a José Jurado, bailaron los tres a la par, aunque cada uno de ellos dejó sobre el escenario su forma de entender la tragedia de la siguiriya.
Posteriormente, José Jurado rompe esa agonía de la siguiriya, para transpórtanos con su elegante baile, al ritmo más liviano y más frenético de las Alegrías de Cádiz. José las conoce y las siente cuando las baila, tiene mucha presencia en el escenario, participa de cada momento como si fuera la última "pataita" que se va a dar. José es un bailaor de futuro, con una visión muy personal de lo que hace.
Tamar González cambió de tercio y se nos fue por Soleá. Su figura serena, sobria y profunda, expresaban perfectamente las formas de unas soleares que sin duda alguna no son fáciles de bailar, o por lo menos de bailarlas bien. Pero Tamar sabe bailarlas, sabe expresar con sus brazos, con sus piernas con el cuerpo, que una soleá es eso, la soledad de una persona.
Marcos Flores es soberbiamente personal, baila para él, para disfrutar él, para saborear su propio baile, y lo consigue de tal manera que eso nos llega al público, expresa lo que baila con todo su cuerpo, con toda su alma, con todo su corazón. Marcos mete al público en su baile, lo hace suyo, nos hace partícipes de sus expresiones, de sus movimientos, no es para nada un bailaor estático, es dinámico tiene la necesidad de expresar en todo momento lo que está haciendo y porque lo hace. Sus bulerías por soleá, fueron el broche de oro de una noche brillante.
David Vázquez, es un cantaor hecho así mismo, su voz, peculiar, rajada, su estilo personal de cante hacen de él que sea un cantaor único, forjado en el ser de las escuelas profundas y añejas del cante.
Antonia Jiménez acaricia su guitarra con amor, con dulzura cuando se lo pide, pero con rabia cuando lo necesita, sabe tocar para cantar, sabe tocar para bailar y sabe tocar en solitario, todo es arte en ella.

Gracias por la noche ofrecida.

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